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APRENDER A TOLERAR

Por qué la frustración es una emoción útil y necesaria

Por qué la frustración es una emoción útil y necesaria
Sara Menéndez
Última actualización: 31 Octubre 2018
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La frustración es una emoción que nos hace sentir mal, pero es una de las mayores herramientas de aprendizaje y madurez que tenemos.

La frustración es una emoción que sentimos y experimentamos desde la infancia. Ya de muy pequeños nos sentimos tristes o enfadados porque queríamos esa golosina que nos niegan, pero eso es solo el principio, porque a medida que crecemos vamos sintiéndolo en un sinfín de ocasiones. La frustración es esa emoción que tenemos cuando queremos o deseamos algo que no podemos tener. Nos sentimos decepcionados, tristes, enfadados y, ante todo, desilusionados, porque el objeto de nuestro deseo era algo que esperábamos, pero de repente vemos que no es posible tenerlo. Te suena, ¿verdad?

Cada persona tiene una reacción diferente a la frustración: unos lloran, otros gritan, otros vuelven a intentarlo, otros tiran la toalla, otros intentan pagarlo con alguien... Pero, aunque experimentar la frustración nos haga sentir mal, no es algo negativo. Es una emoción muy importante, que juega un papel clave en nuestra adaptación al mundo y nuestra manera de relacionarnos con los demás, lo que pasa que no es fácil de gestionar.

Desde pequeños vamos aprendiendo a manejar la frustraciónDesde pequeños vamos aprendiendo a manejar la frustración

Tolerar la frustración, necesario para madurar

Frustrarnos es muy positivo a largo plazo, porque nos enseña a relacionarnos con el mundo. Nos ayuda a entender los límites, cuáles son los nuestros y los de los demás. Sobre todo, durante la infancia, nos puede dar mucha pena que un niño o niña se disguste cuando no puede tener algo que quiere, por ejemplo ir al parque, comprar un juguete o ver en la televisión los dibujos que quiere. Pero es muy importante que aprenda que no se pueden obtener ese tipo de recompensas al momento, porque a medida que crezca verá que la vida no les va a dar todo como se lo damos los padres.

Lo mismo ocurre en la escuela. Un niño o niña puede hacer mal una tarea que manda la profesora, y frustrarse por ello, pero así aprenderá en qué aspectos se debe esforzar más para el futuro. El entorno educativo es un excelente escenario que le prepara en este camino de la vida que comienza desde bien pequeños.

Cuando somos adultos, vemos que hay muchas situaciones en las que tenemos que aprender a aceptar que no son como nosotros deseamos. Así aprendemos también a negociar, cuando nuestros deseos e intereses chocan con los de otras personas, y también a tomar decisiones, pues tendremos que analizar las opciones posibles para elegir, de manera racional, aquella que mejor equipare lo que deseamos, lo que necesitamos y lo que podemos hacer. Y es que es muy importante diferenciar estos tres aspectos: podemos desear algo, pero eso podemos necesitarlo o no, y podemos tener capacidad de alcanzarlo o no.

Cómo la frustración nos ayuda en nuestras relaciones personales

Aprender a tolerar la frustración nos ayuda a establecer relaciones sociales más satisfactorias. Si no fuéramos capaces de aceptar un no por respuesta, o quisiéramos siempre que todo fuera según nuestros deseos, ¿quién iba a poder convivir con nosotros? Esto crea conflictos en la familia, también entre los amigos, y es muy peligroso de cara a establecer relaciones de pareja.

La frustración nos permite respetar y entender los límites que los demás pongan sobre nosotros, pero también a entender por qué nosotros debemos también tener unos límites. De este tema ya hemos hablado en el artículo Poner límites a los demás te hará estar más cerca de ellos, y hablamos de límites saludables. Por ejemplo, si tienes una amiga que precisa tu atención constantemente, debe comprender que no puedes estar pendiente de ella día y noche. Ese es un límite. Si ella no tiene tolerancia a la frustración, no lo querrá respetar y la amistad puede o dañarte a ti o romperse.

La frustación nos puede servir para reflexionar sobre qué se puede cambiar y qué noLa frustación nos puede servir para reflexionar sobre qué se puede cambiar y qué no

Así, tolerar la frustración permite establecer relaciones interpersonales más sanas y respetuosas. También nos mostrará la importancia del sacrificio y la solidaridad para ayudar a los demás, pues nos hace ser más empáticos. Así, la relevancia de aprender a experimentar y tolerar la frustración no es solo una cuestión de madurez en el sentido de que en la vida adulta tenemos que hacer cosas que no queramos en ámbitos como el laboral, es que es necesario a nivel social.

Para aprender a gestionar la frustración, debemos vivirla

Para aprender a tolerar y gestionar la frustración de manera positiva, es básico e imperativo vivirla, experimentarla. Por ello, se hace mucho hincapié en permitir a los niños pasar por esas situaciones de frustración, que aprendan a esperar por las recompensas, o que en muchas ocasiones sepan que no van a llegar. Todo adaptado a su edad, claro, no podemos exponerles a situaciones extremas. Pero es que así van aprendiendo, gracias a lo que les enseñamos los mayores, a poner en marcha estrategias que les permite seguir adelante aun sin eso que tanto desean.

En ocasiones esto es muy complicado, hay niños y adultos que no tienen ninguna tolerancia a este tipo de situaciones, y en esos casos es necesario que reciban ayuda psicológica, porque se les enseñará a gestionar esa emoción. Claro, a través de su experimentación y poniendo en marcha esas estrategias que van aprendiendo. Porque la frustración no se puede ignorar, no podemos hacer como que no ocurre nada, sino que hay que vivirla, sentirla, y esperar a que pase. De ella sacaremos, seguro, un aprendizaje valioso.

Después podemos poner en marcha un plan de análisis. Es decir, ante la frustración podemos aprender a analizar la situación para saber las razones por las que no podemos obtener aquello que deseamos. Quizá así veamos si hay límites que no podemos saltar (por ejemplo, por mucho que yo quiera, no puedo ser más alto, ni puedo ir a la Luna, ni remediar que mi abuela esté muerta). Pero también podemos ver qué podemos hacer, es decir, la frustración nos puede hacer querer cambiar la situación si tenemos posibilidad (por ejemplo, no me han dado el trabajo deseado porque no sé inglés, así que voy a apuntarme a clases). Si es algo relacionado con la relación con otra persona, a veces la frustración nos está indicando que hay algún tema que se debe hablar para entender la postura de la otra persona.

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