Un 14 de marzo de 2020 (en el caso de España) la vida tal y como se conocía hasta entonces comenzaba a cambiar de una forma inimaginable en ese momento. Durante años habíamos estado viendo como el mundo digital tenía cada vez más presencia en nuestras vidas y en nuestro día a día, tanto en el terreno personal como en el profesional, pero nunca habíamos sido tan conscientes de su importancia hasta que fue la única vía para conectar con lo que estaba fuera de nuestras casas.
Gracias a internet y más concretamente las redes sociales la vida social siguió teniendo un gran espacio en nuestras vidas siendo, para muchos, una especie de bote salvavidas en un momento verdaderamente complicado. Seguir viendo a los nuestros (amigos y familiares) solo era posible a través de una pantalla. Esta forma de vida nos permitió celebrar cumpleaños, reuniones, reencuentros o hasta cenas del día a día, pero acompañados. Una nueva forma de vivir que nos hizo apreciar, como nunca antes, el valor positivo de las redes sociales.
Pero a su vez esto también supuso descubrir una nueva forma de tener emociones, especialmente la felicidad que fluctúa entre lo físico y lo virtual. Un escenario que cada vez está más igualado entre ambos mundos y que nos ha hecho 'reconceptualizar lo que es la felicidad', tal y como explica Marta Calderero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya.
Con esta nueva forma de vida el mundo se polarizó en dos: por un lado, los que vieron en lo que venía algo bueno; por el otro, los que descubrieron problemas y carencias. En el terreno personal, hay quienes han empezado a vivir mejor al tomar distancia física y reducir sus círculos; pero también quienes se han visto limitados por la norma de la distancia obligatorio. En cuanto al terreno personal, hay quien ha encontrado en el teletrabajo la opción perfecta para compaginar vida personal y profesional, consiguiendo además fortalecer vínculos con compañeros de trabajo y equipo al atravesar juntos momentos difíciles. Sin embargo, hay quienes han descubierto a la fuerza la falta de organización y de liderazgo que hay en sus puestos de trabajo así como los efectos negativos de tener el lugar de trabajo en su propia casa.
Sea como fuere, Mireia Cabero, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, asegura que "hace falta construir nuestro propio bienestar emocional físico y nuestro propio bienes emocional digital", ya que cada uno de ellos nos ofrece un tipo de felicidad y calidad de vida diferente e igual de importantes para nuestras vidas ahora mismo. Para ello, ambas profesoras han establecido cinco claves para conseguir combinar ambos espacios para conseguir tener el mismo reporte positivo en ambos.
Claves para una felicidad en la era digital
Reorganizar nuestra realidad
El teletrabajo ha hecho que vida personal y vida profesional convivan bajo un mismo techo y, por ello, sea de primeras complicado establecer una línea que separe ambos mundos. Para evitar esto, lo recomendable es construir un espacio y entorno de trabajo adecuado con el mobiliario propio para trabajar en el ámbito digital, pero también tener otros lugares en los que se tenga asegurada la desconexión.
La desconexión intermitente
Es importante incluir en nuestra rutina diaria ciertos ejercicios de desconexión obligatoria. Para ello recomiendan desconectar dos o tres veces al día unos treinta minutos seguidos para que nuestro cerebro recargue la energía que lo digital le quita. También es importante limitar los estímulos digitales que nos llegan cuando sí estamos conectados. Para ello, se puede limitar el tiempo de uso de las aplicaciones, desconectar notificaciones e, incluso, darse de baja de algunas otras que realmente no son necesarias.
La importancia del optimismo digital
Ahora que residimos más en el entorno digital, es más importante que nunca que este nos reporte sensaciones y emociones positivas que, a través de otras vías, no estamos recibiendo. Para ello Cabero y Calderero recomienda, por ejemplo, consultar a primera hora del día cuentas en las redes sociales que nos aporten ideas para la jornada laboral, encontrando así en esto cierta motivación.
Priorizar experiencias físicas
Es importante que, en la medida de lo posible, las experiencias personales se prioricen por encima de lo digital. A pesar de que hacer cosas fuera de casa ahora está un poco más limitado, siempre hay opciones: hacer llamadas mientras se pasea, tomarse un café, una reunión al aire libre... Actividades que nos harán apartarnos en cierta medida del encierro digital y nos servirán también para cargar las pilas.
Por supuesto, como las digitales van a ser existiendo, también es importante buscar tiempo de calidad en este escenario. Si queremos pasar tiempo de ocio en internet y a través de una pantalla, que sea para conectar con otras personas y vivir experiencias lo más cercanas posible a lo físico.
Buscar espacios de intereses comunes
Cabero y Calderero también destacan que, pese a estar hablando de la felicidad individual que combina lo físico con lo digital, muchas veces también se necesita lo colectivo para mejor lo de uno mismo. Para ellos es importante también tener espacios personales con gente que comparta mismos intereses que nosotros y que encuentre la felicidad de la misma forma. Así conseguiremos estar en entornos felices que se transmitirán también a nuestro estado de ánimo personal.